Lo que esconden las olas by Emma Lira

Lo que esconden las olas by Emma Lira

autor:Emma Lira [Lira, Emma]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-05-21T04:00:00+00:00


Mayo, 2006

Aquella misma noche, la explosiva mezcla de excitación y adrenalina nos condujo al pequeño cementerio de San Ginés de la Jara. Quizá porque era el más pequeño, el más cercano y el menos vigilado. A orillas de la carretera de La Manga, el antiguo monasterio al que pertenecía alzaba tristemente sus ruinas en espera de que alguien se compadeciera al verlo desmoronándose año a año y se decidiera a reintegrarle parte del esplendor del que había gozado durante el siglo XVII. La verja cerrada y el cartel que anunciaba claramente la hora de cierre nos disuadieron de intentar el asalto a las bravas, el asalto al que su ubicación aislada y el silencio ominoso que lo envolvía parecían invitar. Apoyamos nuestros rostros sobre las frías rejas de la cancela, contemplamos las hileras desordenadas de cruces oscuras y casi impersonales erigirse con un leve aire amenazador en su interior, y bordeamos su perímetro, no ya en busca de respuestas, sino en una especie de recapacitación conjunta, porque aquella salida impulsiva, espontánea y, por supuesto, infructuosa, sirvió para sellar entre nosotros el pacto tácito de tratar de desenterrar aquel asunto —nunca mejor dicho— hasta donde pudiéramos. Pero, sobre todo, le otorgó a toda la historia la verosimilitud que, cada uno de nosotros, y por diferentes motivos, necesitaba.

La pretendida cueva del faro la descartamos a la mañana siguiente, en la conversación que Paula mantuvo con el tío Pedro muy temprano, en el puerto, mientras el anciano remendaba, pausado, sus redes como si tuviese todo el tiempo del mundo por delante.

—¿Que dónde los enterraron? Por todas partes. A algunos incluso en la propia playa del faro, como a una monja, pobrica, que apareció flotando, envuelta en su hábito como un sudario. Pero esas tumbas ya no están ahí. Se las llevaron por delante las obras pa construir casas, cuando llegó el turismo. No tenían ni nombre. Una pena. Otros fueron a fosas comunes al de los Remedios, en Cartagena, o al de Los Belones, generalmente a osarios. Pocos de esos infelices tuvieron su propia tumba, para descansar en paz, y así andan aún, sin aclararse ni ellos mismos, todos confusos, remezclados y lejos de sus tierras… —expuso con un deje de tristeza, meneando su cabeza tocada con la sempiterna gorra gastada. Tenía la mirada aguada perdida en un punto indefinido del mar, como si estuviera viendo a todos los desgraciados que fallecieron en aquella tragedia interpretar una danza espectral allí mismo, sólo para sus ojos.

En un alarde de eficiencia, el equipo de producción de Joan comenzó su trabajo de documentación y pronto consiguió algunas de las respuestas que ansiábamos. Nada en el cementerio de Los Belones, ni en el de La Unión, pero en Santa María de los Remedios, en Cartagena, había una tumba en cuya lápida podía leerse claramente el nombre de Ugo Foscolo. Allí nos encaminamos. Se encontraba cerca de la zona de los grandes panteones, quizá por eso pasaba más desapercibida aún. Era discreta, de mármol gris, sin más ornamento, ni recuerdos.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.